Tepexi de Rodríguez es mucho más que su presente: es un territorio donde la historia ha quedado grabada en piedra, esperando a que nuevas generaciones la descubran. Aquí, en las entrañas de nuestra tierra, yacen los vestigios de un océano que alguna vez cubrió la región. Fósiles de criaturas fascinantes, como el Teoichthys kallistos, el "pez más bonito de Dios", nos recuerdan que Tepexi es un tesoro paleontológico de valor incalculable. Pero ¿de qué sirve este legado si no lo difundimos, si los nuevos tepexanos no lo conocen, no lo estudian ni lo promueven con propiedad?
La ciencia no es exclusiva de los especialistas. Todo verdadero tepexano tiene la responsabilidad de investigar y divulgar nuestra riqueza paleontológica, pues solo a través del conocimiento podemos valorar lo que nos pertenece. Cada fósil, cada pieza extraída de la cantera Tlayúa, es una ventana al pasado que nos habla de un tiempo remoto en que gigantes marinos dominaban este suelo. La historia de nuestra tierra no está escrita solo en documentos, sino también en las piedras que guardan los secretos de eras olvidadas.
Es necesario fortalecer la difusión de la ciencia en nuestra comunidad. No podemos permitir que el conocimiento de nuestro pasado quede en manos de unos cuantos o que la indiferencia borre la memoria de nuestros fósiles. La cantera Tlayúa no es solo una fuente de materiales, es un museo natural que necesita ser comprendido y protegido. Si no transmitimos este conocimiento, corremos el riesgo de que se pierda en el olvido o, peor aún, sea explotado sin conciencia de su valor.
Hoy en día, la tecnología nos ofrece herramientas increíbles para acercarnos a ese mundo desaparecido. Gracias a la inteligencia artificial, podemos recrear cómo habría sido en vida el Teoichthys kallistos. Ver su forma, su brillo, su movimiento, nos permite sentir más cercana la historia de Tepexi y nos motiva a seguir explorando. Este tipo de avances nos demuestra que la paleontología no es solo una disciplina del pasado, sino una fuente inagotable de aprendizaje para el futuro.
Pero todo este conocimiento necesita embajadores: los nuevos tepexanos. Es nuestra labor estudiar y compartir estos hallazgos, sembrar en las generaciones jóvenes el amor por nuestra historia y el compromiso con nuestra tierra. No podemos depender únicamente de investigadores externos para que vengan a contarnos lo que nosotros mismos deberíamos saber. Si queremos que Tepexi sea reconocido como un referente paleontológico, debemos asumir nuestra parte en su divulgación.
La ciencia y la historia no son solo materias de estudio, son la esencia de nuestra identidad. Conocer lo que vivió en estas tierras nos conecta con nuestro origen y nos da un propósito como comunidad. La cantera Tlayúa, sus fósiles y la riqueza científica de Tepexi son nuestro legado. Es momento de que cada tepexano levante la voz, investigue y promueva con orgullo la riqueza de nuestra tierra. Porque un verdadero tepexano no solo habita en Tepexi, sino que conoce, protege y difunde su historia.
Ing. Ismael Sanchez Huerta
Buenas Ideas Y Mucho Trabajo.
#TepexiTieneMagia.