Parquímetros, otro ingreso





Por Soleares


Jesús Manuel Hernández




Nuevamente el tema del uso y cobro de la vía pública entra en la discusión poblana. El gobierno municipal anuncia para septiembre de este año la colocación en 60 manzanas de la zona de Huexotitla y alrededores de aparatos digitales para controlar el estacionamiento.






Varios gobiernos lo han intentado, el fracaso ha sido la constante.





Desde los 70s la Angelópolis fue objeto de los experimentos de cobrar la hora de estacionamiento, primero con monedas en aparatos que eran "purgados" por los recolectores del ingreso municipal; la descompostura de los parquímetros y la falsificación de monedas acabaron con el proyecto.





Los agentes viales fueron instruidos en otra época para anotar en el parabrisas del auto con una crayola escolar la hora a la que había llegado y le daban una tolerancia de minutos, según el saludo de mano del automovilista, embarrando la del agente.





Varios Presidentes Municipales fueron convencidos de la bondad de cobrar por el estacionamiento en vía pública, se trata de un negocio redondo pues la demanda es superior a la oferta; sin embargo todos se quedaron en deseos, algo impidió que se aceptara su instalación.





La última experiencia del gobierno de Rivera Pérez fue declarar espacios de carga y descarga de "bahías" en varias calles de la ciudad, con ello se dio libertad nuevamente a los "franeleros" para dominar las calles.





Aún hoy día en el Centro Histórico el espacio público se reserva con todo tipo de artefactos para garantizar que el jefe de oficina pública, dueño de negocio, delegado federal, líder de partido, profesor o cliente, tengan garantizado su espacio enfrente de su casa.







El caso de los hoteles y restaurantes había sido diferente por décadas. Los establecimientos debían garantizar el convenio con un estacionamiento, o con el servicio de un aparcacoches, de tal forma que los costos de operación suben y se reflejan en los precios del servio a los clientes.





Los "franeleros", "acomodadores" o vulgarmente llamados "viene, viene", aparte de ganar por "cuidar" el auto o lavarlo, también han desempeñado otra función. Muchos de ellos son policías disfrazados de civil, espías callejeros, que reportan quién entra y quién sale de tal o cual casa, negocio, oficina, etcétera.





El caso es que los dueños de restaurantes y negocios de la zona de Huexotitla tendrán ahora parquímetros que permitirán un máximo de 4 horas de estacionamiento por vehículo, a razón de 6 pesos la hora que cobrará un concesionario que a su vez enterará un ingreso al Ayuntamiento.





Con la medida los negocios de comida ubicados en plazas comerciales reciben un notable apoyo, ante la desventaja de usar la vía pública como estacionamiento.





En muchas ciudades ha funcionado, especialmente en aquellas donde hay un eficiente servicio de transporte público, una de las asignaturas pendientes de Puebla.





Tal vez las autoridades municipales debían preocuparse más por la Educación Vial, por aplicar el Reglamento, por impedir las dobles filas y a los ciclistas circular sobre las banquetas.





¿Qué va a pasar con los estudiantes o profesores de escuelas en la zona, consultorios médicos, oficinas, y demás? Ahora tendrán que pagar.





El progreso de una ciudad, dicen los urbanistas, se mide entre otras cosas por la comodidad y usufructo de los espacios para el ciudadano, no para las máquinas.





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