Señales de la Naturaleza: Llueve sobre mojado





Por Soleares


Jesús Manuel Hernández




Corría el año de 1744 cuando las aguas del poderoso Río de San Francisco amenazaban constantemente con desbordarse; el corregidor en turno Miguel Román de Castilla y Lugo, instruyó entonces construir "El Murallón", un muro de 112 metros de buena mampostería con un "pollo corrido" convertido luego en un espacio de convivencia de todas las clases sociales en el llamado Paseo de San Francisco, Paseo Viejo o Paseo Hidalgo.






No fue la única decisión para defender a la ciudad de Puebla de las inundaciones; la primera fundación tuvo que ser cambiada pues el río creció y borró los primeros trazos; las calles que confluyen al hoy llamado Boulevard 5 de Mayo tienen diferentes alturas en sus pisos y aún se pueden ver los niveles originales de construcción, el río tuvo corrientes históricas que llegaron incluso al Zócalo.





En fin. Históricamente Puebla ha sufrido inundaciones por las aguas que le rodean. Los ayuntamientos anteriores lo han sabido, se han enterado, pero las autoridades de los últimos tiempos han despreciado las señales de la naturaleza y preferido las obras de enmascaramiento a enterrar el dinero para salvar vidas.





Desde las laderas de la Sierra Nevada escurre el agua que alimenta el río Atoyac, se le unen las del San Martín y cruza la ciudad de poniente a oriente para dar un giro forzado al sur donde aparecen las aguas del Zahuapan.





Otras vienen de la Malinche, alimentan los arroyos de Almoloya, Xonaca, Alseseca. El cerro de Belem también contribuía a la captación del agua pluvial y alimentaba el Almoloya, Agua Santa en El Alto, Estanque de Pescaditos, y todo terminaba en el Atoyac. Cieneguilla, Rentería y Amalucan aportaban su parte de captación de agua en la misma dirección. Hoy todo eso es historia cubierta de pavimento asfáltico en el mejor de los casos.





El cerro de Belem, donde están los fuertes, ha sido cubierto con un enorme Centro Expositor, Plaza de La Victoria y otras construcciones anteriores como el auditorio de La Reforma, Museo Regional del INAH, etcétera, por tanto capta menos agua.





Las crecidas del San Francisco provocaron la construcción de varias presas San José, Huexotitla, San Baltazar, La teja, pero aún así el río crecía y desalojaba familias e impedía construir en las laderas, sobre todo del lado Oriente.





Además la ciudad de Puebla tenía una buena cantidad de "Ojos" de aguas sulfurosas. Los más conocidos se convirtieron en baños termales, Las Navajas en El Refugio, Del Salado en Santa Anita, San Joaquín por la 22 poniente y 9 sur; La Laja en la Garita del Pulque; San Pablo en el barrio del mismo nombre; Ojo Hondo en el Paseo Bravo, hasta hace tres años era baño público; San Sebastián, Matadero, Agua Azul, de Calva también llamado de Rancho Colorado.





Hoy están cancelados, clausurados, pero sus aguas siguen circulando y buscan ir a un lugar común, el río Atoyac, donde se van sumando pequeños afluentes que terminaban en el El Balcón del Diablo.





Las nuevas autoridades seguramente desconocen los datos técnicos que desde 1908 se dejaron en blanco y negro para prevenir las inundaciones de la ciudad.





El embovedamiento del San Francisco dejó secuelas, los primeros estudios recomendaron construir dos diques desviadores en las barrancas de Guadalupe y Xalpatlac y un canal de conducción al Atoyac en la Barranca del Conde y siete diques desviadores en otras tantas barrancas. La reducción de la cuenca no fue suficiente y se optó por embovedar el río, las obras las hizo el gobierno de Aarón Merino Fernández, ingeniero al fin, con la salvedad de que los técnicos recomendaron hacer dos bóvedas, y el gobierno sólo construyó una. De tal forma que la solución quedó a medias y las inundaciones continuaron. Hasta 1994 Manuel Bartlett terminó con la obra a la altura del boulevard a Valsequillo.





A la avenida sobre el río embovedado se le llamaría Calzada de San Francisco, así lo decidió el cabildo en Junio de 1964; la obra se terminó, hasta la 25 oriente en 1966 y fue inaugurada por el doctor y general Rafael Moreno Valle, quien le puso el nombre anglicista de Boulevard Cinco de Mayo. Los cronistas de la época Miguel Marín, Liborio Hernández Xochitiotzin, Efraín Castro Morales, metieron un oficio para solicitar se respetara el nombre de la Calzada de San Francisco, pero el gobierno de Moreno Valle, resolvió en contra y así lo hizo saber el secretario del ayuntamiento de Carlos J. Arruti, el 15 de Julio de 1970, Daniel Corona Sánchez.





Un total de 142 propietarios de predios en las márgenes del río se vieron beneficiados por la obra, gracias a eso se proyectó el crecimiento de la zona urbana de la ciudad hacia el sureste, nacieron así los nuevos fraccionamientos, hasta colindar con San Manuel y la carretera a Valsequillo.





El pueblo empezó entonces a hacer popular un nombre "El Río de los Misterios", por la cantidad de "misterios" en torno a su costo, y beneficio real sobre la población que seguía padeciendo inundaciones.





La ciudad ha seguido creciendo, el asfalto permitía la captación de agua pluvial, ahora con el pavimento de concreto prácticamente se elimina y las atarjeas se redujeron, el agua corre más rápido y no encuentra cómo integrarse a los drenajes, por tanto busca su salida natural, el cauce al Balcón del Diablo, que no es otra cosa que la presa de Valsequillo.







Un diagnóstico de la ciudad no ha sido encargado a profesionales de infraestructura en los últimos gobiernos, se ha privilegiado el fachadismo, el glamour, las obras de imagen, no las que se entierran y previenen un problema ancestral, el desbordamiento del río y los arroyos.





La culpa de las últimas muertes por el desbordamiento de los ríos que cruzan la ciudad de Puebla no es de una sola persona, es una responsabilidad colectiva de quienes han ocupado la silla en el Palacio Municipal y que antepusieron su imagen personal al compromiso social de privilegiar el cuidado de sus habitantes antes que su futuro político.





Y en este aspecto mucha culpa la tiene Eduardo Rivera Pérez que no supo, no se enteró, que Puebla de vez en cuando se inunda y poco se usa la bicicleta.





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