Normarán la investigación y conservación de la historia paleontológica de Tepexi

Publicado por Paula Carrizosa

Puebla resguarda uno de los 32 sitios paleontológicos registrados ante el Consejo de Paleontología, órgano colegiado, académico y consultivo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que fue reactivado para normar la investigación, conservación y difusión del patrimonio fósil de México.

Los 32 sitios paleontológicos, como se informa en un boletín oficial, se encuentran ubicados en los estados de México, Guanajuato, San Luis Potosí, Puebla, Oaxaca, Chiapas, Colima, Jalisco, Baja California, Nuevo León, Sonora, Coahuila y Tamaulipas.

El universo de objetos paleontológicos registrados es de 19 mil 448, concentrados en 10 acervos. El 12 por ciento –es decir, dos mil 329 piezas- están bajo custodia de la propia institución; el 85 por ciento es resguardado por universidades, museos e institutos, y el tres por ciento está bajo la protección de particulares.

En Puebla se ubica Tlayúa, lugar de oscuridad o crepúsculo en lengua náhuatl, que fue descubierto entre los años 1959 y 1960 por don Miguel Aranguti Juárez (1907–2012) y doña Matilde Contreras Guadalupe (1907), y el entonces pequeño Félix Aranguti Contreras, quienes en las lajas extraídas de la cantera familiar hallaron los esqueletos de peces y otros animales prehistóricos, aun sin saber que se trataba de fósiles.

Localizada a unos 90 kilómetros al sur de la ciudad de Puebla, Tlayúa es parte de un proyecto encabezado por el Instituto de Geología de la UNAM, consistente en la recolección, conservación y estudio de paleobiota del Cretácico Temprano con 100 millones de años de antigüedad.


Como expuso don Félix Aranguti en una pasada charla, Tlayúa “es un libro de millones de hojas” y en cada laja que se corta y se extrae de los 28 metros de altura de la cantera, se puede leer la historia paleontológica de esta región localizada en Puebla que hace millones de años, en los albores de la formación de la Tierra, formaba parte de un extenso territorio marítimo que se extendía hacia el sur, hasta ahora el actual país de Brasil.

La importancia de los fósiles de Tlayúa, dice la UNAM, se debe principalmente a la perfecta conservación de sus esqueletos y otros elementos mineralizados, pero sobre todo a los tejidos blandos de algunos especímenes que permiten detallados estudios anatómicos. También es de notar la abundancia -más de cinco mil ejemplares- y diversidad de los grupos taxonómicos presentes, que abarca un número impresionante de órdenes y familias.

Destaca también Pie de vaca, un “paleolago”, es decir, un lago paleolítico de unos 50 kilómetros de diámetro y mil metros de profundidad en el que se resguardan huellas de mamuts, camellos, ciervos, felinos y flamencos de hace unos 30 millones de años. De ellos destaca un flamenco fosilizado que refiere a ese tiempo antiguo en donde este valle desértico de la sierra mixteca era un tranquilo mar.

Además de estos sitios, en Tepexi de Rodríguez se puede visitar el Museo Regional Mixteco Tlayúa en el que resalta la Sala Shelton P. Applegate que transporta al visitante hasta los mares del Ordovícico (hace 475 millones de años) y le lleva por un paseo por el reino mineral y la vida fósil del Cretácico, el Paleógeno y el Neógeno.



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