VIERNES SANTO EN ASTORGA, MANTECADAS Y CONGRIO. Un repaso por las recetas, cofradías y procesiones de Viernes Santo en Astorga.






El Rincón de Zalacaín
Por Jesús Manuel Hernández




"El congrio es el animal más peligroso del mundo... después de la mujer, sin duda"



Si no fuera por la memoria de aquella muchacha-mujer, con vestimenta discreta, mirada esquiva, porte altivo y un cuerpo de tentación, dirían los piadosos en la Cuaresma, el aventurero poco podría contar de su paso por Astorga, Estorga decían los leoneses, en la comarca de la Maragatería, antigua Somoza, donde según contaba la leyenda habían ido a parar los moros capturados. Pocos daban crédito a eso.



A los comerciantes, arrieros del pasado, transportadores de mercancía, se les reconocía en Madrid por ser abastecedores de los productos marinos de Galicia; y en los mercados de los marineros como los "gatos" por llevar el producto a Madrid, tierra de gatos, por tanto, le contaron a Zalacaín, a esos comerciantes les decían "mar y gatos" calificativo terminado en "maragato", vaya usted a saber, cuál sería la verdad.



Lo único cierto era aquella muchacha-mujer, vestida de luto para asistir a los eventos religiosos de Jueves y Viernes Santos en aquellas épocas cuando la Semana Santa de Astorga aún era de interés turístico regional, ahora desde 2011 lo es de orden nacional.



Ojos negros, estatura media, cuerpo escondido entre los ropajes amplios, pues era norma de la familia y de la tradición de Semana Mayor vestir con recato.



Zalacaín poco experimentado en el flirteo tuvo sensaciones a punto de desbordarse tan sólo tocar los dedos de su mano para el saludo y el roce en las mejillas para dar las buenas tardes camino de la Catedral de Santa María donde convivían los estilos gótico florido, neoclásico y barroco, opacados por la blancura de la piel y el cabello ensortijado, apenas saludando al respetable por debajo de la mantilla más negra aún.



Al salir de las ceremonias de institución de la Eucaristía y el Lavatorio de Pies, el aventurero regresó a la casa de la muchacha-mujer en compañía de los hermanos y el padre, amigo de Zalacaín, y quien le había invitado a presenciar la procesión del Santo Entierro. Don Ramiro había heredado de su padre pertenecer a la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón la más antigua, fundada en 1475. Era la responsable de salir en procesión Domingo de Ramos, Martes Santo, Viernes Santo y Domingo de Pascua.



Pero su máxima curiosidad era estar presente en alguno de esos momentos irrespetuosos del viernes cuando el paso conocido como La Coronación de Espinas, obra de Francisco López en el Siglo XVII a cargo de la Cofradía de Jesús Nazareno y María Santísima de la Soledad, la segunda más antigua de Astorga, fundada en 1674. Consistía en el atrevimiento de los jóvenes al poner un mechero en las nalgas de uno del soldado con una caña y esponja remojada en vinagre, los astorganos le llamaban "cañinas" y le acercaban el mechero en son de burla y venganza. Años después el aventurero se enteraría de la necesidad de restaurar el monumento debido a tanto mechero.



De regreso de la catedral, la familia de don Ramiro y Zalacaín se acercaron a comprar las "mantecadas" y las "bollas" con los Alonso. La charla con la hija iba aumentando y entre risas y meneos de pronto soltó: "Estáis más salido que el pico de una mesa" en clara alusión al flirteo del aventurero. La chica contó entonces sobre las "bollas", unos molletes dulces entregados a los cofrades al finalizar las procesiones, desde 1568.



Las mantecadas son un postre protegido por la ley en cuanto a su origen geográfico; se conoce la receta, harina, huevo, mantequilla, azúcar, sal y algo de canela para algunos desde mediados del siglo XVIII atribuida a Juan de la Mata, repostero de la corte, publicada en el "Arte de la Repostería" en 1747, esa misma receta se descubre también en el Archivo Diocesano en 1805 y se le conoce como Dulce de Navidad elaborado por los reposteros Francisco Calvo y Máximo Matheo.



La risueña cara de la muchacha-mujer cautivaba a Zalacaín quien no se había enterado de nada de las historias; ella lo percibió y entonces dijo: "pero no te enteras de nada" y soltó la carcajada plena, el padre volteó a verla con seriedad, ella se tapó un poco la boca y bajo la mirada, el gesto la presentó más coqueta. Y siguió la plática, en verdad, dijo, la leyenda de las mantecadas se refiere a una monja del convento "Sancti Spiritu", María Josefa González Prieto, quien a mediados del siglo XIX la popularizó para obtener ingresos para el mantenimiento de las monjas, quienes en 1850 empezaron su comercialización envolviéndolas en unas "cajillas" de papel. La práctica dejó la impronta del oficio de las "cajilleras de Astorga".



Zalacaín cenó con la familia sentado junto a la chica, la madre había preparado Congrio al ajoarriero, especie de pescado y culebra del Atlántico, sin escamas pero con muchas espinas, consumido en Castilla León desde la Edad Media, muy favorecido en Cuaresma. Una buena dosis de pimentón de la Vera, laurel, papas y aceite de oliva.



Don Ramiro bendijo la mesa y al sentarse pidió tener cuidado con las espinas pues "el congrio es el animal más peligroso del mundo". Zalacaín secundó al anfitrión sin perder de vista a la hija: "¿después de la mujer?, sin duda don Ramiro".



Jamás volvió a verla, salvo en sueños.



elrincondezalacain@gmail.com



Video en: http://youtu.be/TEPqPPanr7M

















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