Mal y de malas






Por Soleares


Jesús Manuel Hernández





El sol no puede taparse con un dedo, los sondeos internos, no revelados, de los principales candidatos a gobernar la Ciudad de Puebla no alcanzan ventaja suficiente que permita dormir con tranquilidad.





Uno y otro se topan a diario con problemas derivados o de un mandato superior o un celo alrededor que no deja acercar informes, comentarios, agenda para abrir los espacios.





Y no se trata sólo del contenido de los discursos o la declaración de bienes patrimoniales, o el estilo de dirigirse a los electores; uno de ellos no pierde o no quiere perder su origen y el otro no quiere o no puede desligarse del gran elector.





Los electores no pueden ser tratados como estudiantes, ni todos los problemas de la ciudad deben pasar por el tamiz de la educación. Y tampoco los ciudadanos quieren oír más de las obras públicas de los dos años del actual gobierno y evadir la problemática real de la ciudad.





Enrique Agüera necesita romper el cerco y sumar en verdad a los priístas, a los cuadros, y objetivamente añadir a los indecisos que superan el 30 por ciento en todas las encuestas publicadas, aunque en las no reveladas la cifra alcanza las 4 decenas.





Tony Gali necesita mandar señales al electorado de que no será un eslabón más de Moreno Valle, quien pese a estar bien calificado, constituye un caso similar al de Mario Marín quien quería prolongar su mandato a través de López Zavala, ese es el papel que para muchos indecisos panistas o no, representa Gali.





Y lo peor para el aspirante de Puebla Unida ha sido ahora que Eduardo Rivera se suma a su campaña formalmente, el maestro no ha sido precisamente el mejor administrador de la ciudad y los grupos sociales lo saben y lo expresan.





Hasta ahora las campañas se han descargado sólo en las figuras centrales. ¿Por qué los candidatos plurinominales no hacen lo propio y suman a sus seguidores?





¿Por qué razón en ninguno de los casos hay campaña sin candidato, como se usaban en otras épocas, ampliando así la penetración y el contacto personal con el electorado?





¿Los aspirantes a regidores son sólo una camarilla de adorno a la imagen del candidato a la presidencia municipal?





Mal y de malas debe estar el gobernador, pues pese a la enorme inversión efectuada desde el año pasado en favor de Gali la campaña no ha logrado los objetivos, los números son fríos, tanto que no pueden cantar victoria y meten todas sus canicas sin importar la ley.





Y del otro lado la desesperación también aparece, evidenciada por la presunta o real llegada de J.J. Rendón, con amplia experiencia en estos asuntos lo cual demostraría que los actuales asesores y estrategas no han funcionado o no los han dejado funcionar. La campaña debe tener objetivos, ritmos, formas, protocolos diferentes a los de la vida universitaria.





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