El huevo del rey, La Cibeles y Agripina






El Rincón de Zalacaín


Jesús Manuel Hernández






  • La aparición de la "Amanita caesarea" obliga a la reflexión sobre sus primas con capacidad venenosa










Madrid, España.- El taxi hacía el recorrido lentamente, un atasco por alguna manifestación o el cierre de calles había provocado la desviación al malhumorado chofer quien para paliar la espera charlaba con el aventurero sobre las recientes medidas del Ayuntamiento de Madrid para las nuevas tarifas desde el Aeropuerto de Barajas. La alcaldesa había propuesto una tarifa única de 30 euros, cantidad excesiva para quien vivía cerca y muy barata para quien tenía una carrera más larga.






Zalacaín acudía a un encuentro gastronómico planeado con anterioridad producto de la llegada del Otoño y gracias a los buenos oficios de algún amiguete quien con muy buenas relaciones en el mercado barcelonés de La Boquería había conseguido de las primeras setas llamadas "Huevo de Rey", u "oronja" sin duda de las más apreciadas por cualquier experto y cuya localización en los bosques de robles, encinas, castaños e incluso alcornoques requiere de mucha experiencia pues un descuido puede causar la muerte de quien las consuma. 










El sombrero de la "Amanita caesaria" puede alcanzar los 20 centímetros de diámetro, mínimo unos 8, de intenso color naranja y su altura es unos 15 centímetros. Los expertos la buscan cuando empieza a crecer pues se reconoce fácilmente debido al parecido de su interior con un huevo, el núcleo es amarillo yema de huevo y la volva blanca lo cubre, y ahí viene la confusión, pues su pariente la "falsa oronja" o "Amanita muscaria" es altamente venenosa, lo mismo su prima hermana la oronja verde o "Amanita phalloides", cuya presencia en la historia romana empezaba a recordar Zalacaín.





El "Huevo del rey" recién cortado se consume preferentemente en una presentación parecida al carpaccio, se corta en finas láminas con cuchillo muy bien afilado y se le retira la tierra si la hubiera, su carne es blanca y amarillenta bajo la cutícula, el paladar es tierno pero terroso, agradable sin duda y muy suave en su textura. Apenas se agrega un poco de sal y aceite de oliva y Zalacaín prefería primero comerla totalmente al natural y después alguna rebanada condimentada con aceite y ya en la boca ayudarle un poco a exaltar los sabores con un tinto de regular potencia y mejor cuerpo.





Sin duda el banquete donde se dirigía Zalacaín había sido preparado bajo el respeto a todos los cánones, la Amanita caesaria había sido traído muy temprano en el primero o segundo AVE de Barcelona Madrid y transportada al restaurante donde el chef habría dispuesto ya de la limpieza y los demás acompañantes posteriores a la seta conocida en Barcelona como "ou de reig", en el País Vasco se la conoce como "gorringoa" y en Galicia la llaman "araiña". 





Justo en ese momento el taxista daba la vuelta a la rotonda de la Reina de Madrid, La Cibeles, diosa poseedora de veneración en esta ciudad, herencia de la mitología griega, muestra de la superioridad de la Madre Naturaleza sobre todo, de ahí los leones tirando su carruaje; su origen fue primero frigio y luego la adoptaron los griegos y los romanos.





Y cuenta una leyenda: Los leones eran antes humanos, Atalanta, una magnífica atleta quien retaba a sus pretendientes a una carrera y si alguno le ganaba se casaría con él; es Hipómenes, el pretendiente enamorado, quien pide ayuda a la diosa Afrodita para ganar la carrera y quien pone de condición para la ayuda la construcción de un templo en su honor. Y así sucede, Hipómenes gana y se casa con Atalanta quienes después de la fiesta se dirigen a consumar el matrimonio, pero se les aparece Afrodita reclamando la promesa y al sentirse engañada los convierte en leones y los regala a Cibeles, convertida aquí en fuente y en proceso de reparación para introducirle luminarias modernas, de donde el pueblo le llama en estos días "La Cibeles seca".





Zalacaín volvió a la amanita caesarea y la mala fama de su prima la amanita phalloides; Agripina La Menor dio de comer a su esposo el emperador Claudio una mezcla de las dos setas haciendo con ello un poderoso veneno y acabó matándolo, de donde se desprende la leyenda de "asesina y asesinada" de esta mujer, hermana de Calígula y madre de Nerón; ella recibió de los astrólogos la noticia sobre el futuro del pequeño, sería emperador, pero para serlo debía matar a su propia madre, y ella respondió "Que me mate, con tal de que reine".





Después de un destierro y vuelta a casar, Agripina ve consolidado el proyecto, Nerón asume al poder casado con Pompea Sabina, después la pareja buscaría asesinarla, ella al saberlo toma pequeñas dosis de veneno a fin de conseguir resistencia al intento de su hijo y su nuera; toma un barco para huir y Nerón ordena hundirlo, pero ella se salva nadando, tiempo después un soldado la mató en la Villa de Antium, el mismo sitio donde había dado a luz a su hijo Nerón.





Finalmente el taxista había llegado a la calle de Benigno Soto, cerca del Parque Berlín, donde Norberto Jorge, trovador y cocinero, especialista en aceite de oliva, ya les esperaba con el carpaccio del Huevo del Rey.





Los platos decorados con las rebanadas de la amanita caesarea parecían una corona llena de pétalos, una a una fueron consumiéndose por el grupo, casi sin chistar. Lo ahí comido, escuchado y experimentado, marcó a Zalacaín profundamente.





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