Objetivo: "Persuadir de quién posee la verdad", El Príncipe





Por Soleares




Jesús Manuel Hernández






"La mayor mentira repetida cien veces se convierte en una gran verdad"





Tantas contradicciones en las declaraciones de Luis Maldonado Venegas y Víctor Carrancá. Tantos días escondido el gobernador antes de dar la cara sobre los hechos que terminaron con la vida de José Luis Tehuatlie con la aplicación de la Ley bala.






Tantas acciones de "bots", "twitstars" y"troles" en las redes sociales, patrocinadas por el Gobierno de Puebla.





Tal es el descaro de las autoridades encerradas en sus propias mentiras, para justificar la ausencia de inteligencia en el procedimiento de desalojo que no queda menos que acudir a los analistas históricos de la política.





Siglo XIX, Maurice Joly, "Diálogos en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu", una obra clásica para los politólogos, el filósofo, abogado y escritor francés ironiza la relación entre dos pensadores para explicar el deterioro del gobierno de Napoleón III.





Especial atención merece la recreación para definir la relación entre el poder y la prensa. Hoy sería entre el poder y los mass media, incluyendo las redes sociales.





El objetivo final es persuadir de quién es el poseedor de la verdad, por tanto hacer que la opinión pública y publicada se incline del lado del poder mediante la propaganda y la "iniciación a la secta", algo así como el "tripack" del los tiempos de don Napoleón III.





Una disculpa por la extensión del texto, pero se cita textualmente el diálogo redactado por Joly:


  


Maquiavelo: El secreto principal del gobierno consiste en debilitar el espíritu público, hasta el punto de desinteresarlo por completo de las ideas y los principios... Se suele hablar hoy en día del poder de la opinión; yo os demostraré que cuando se conocen los resortes ocultos del poder, resulta fácil hacerle expresar lo que uno desea. Empero, antes de soñar siquiera en dirigirla, es preciso aturdirla, sumirla en la incertidumbre mediante asombrosas contradicciones, obrar en ella incesantes distorsiones, desconcertarla mediante toda suerte de movimientos diversos, extraviarla insensiblemente en sus propias vías. Uno de los grandes secretos del momento consiste en saber adueñarse de los prejuicios y pasiones populares a fin de provocar una confusión que haga imposible todo entendimiento entre gentes que hablan la misma lengua y tienen los mismos intereses.





Montesquieu: ¿Cuál es el sentido de estas palabras cuya oscuridad tiene un no sé qué de siniestro?





Maquiavelo: Permitidme que os diga ante todo en qué condiciones esenciales puede hoy el príncipe consolidar su poder. Deberá en primer término dedicarse a destruir los partidos, a disolver, donde quiera existan, las fuerzas colectivas, a paralizar en todas sus manifestaciones la iniciativa individual; a continuación, el nivel mismo de temple decaerá espontáneamente y todos los brazos, así debilitados, cederán a la servidumbre. ¿Me permitiréis que os diga cómo?


Una vez jefe de gobierno, todos mis edictos, todas mis ordenanzas tenderían constantemente al mismo fin: aniquilar las fuerzas colectivas e individuales, desarrollar en forma desmesurada la prepotencia del Estado, convertir al soberano en protector, promotor y remunerador.





Montesquieu: ¿De que manera?





Maquiavelo: Pues bien, vislumbro la posibilidad de neutralizar a la prensa por medio de la prensa misma. Puesto que el periodismo es una fuerza tan poderosa, ¿Sabéis que hará mi gobierno? Se hará periodista, será la encarnación del periodismo.





Montesquieu: Siento una gran curiosidad... por saber cómo os ingeniareis para llevar a cabo este nuevo programa.





Maquiavelo: Contaré el numero de periódicos que representen los que vos llamáis la oposición. Si hay diez por la oposición ya tendré veinte a favor del gobierno; si veinte, cuarenta; si ellos cuarenta, yo ochenta.





Montesquieu: Es muy sencillo, en efecto.





Maquiavelo: No tanto como lo pensáis, porque es indispensable evitar que la masa del público llegue a sospechar esta táctica... Dividiré los periódicos leales a mi poder en tres o cuatro categorías... Como el dios Vishnú, mi prensa tendrá cien brazos y dichos brazos se darán la mano con todos los matices de la opinión, cualquiera que sea ella, sobre la superficie entera del país. Se pertenecerá a mi partido sin saberlo. Quienes crean hablar su lengua hablarán la mía, quienes crean agitar su propio partido, agitarán el mío, quienes creyeran marchar bajo su propia bandera, estarán marchando bajo la mía.





Montesquieu: ¿Se trata de concepciones realizables o de fantasmagorías? Produce vértigo... ¿Y que ventajas os reportará todo eso?





Maquiavelo: Con la ayuda de la oculta lealtad de estas gacetas públicas, puedo decir que dirijo a mi antojo la opinión en todas las cuestiones de política interior o exterior. Excito o adormezco los espíritus, los tranquilizo o los desconcierto, defendiendo el pro y el contra, lo verdadero y lo falso. Hago anunciar un hecho y lo hago desmentir, de acuerdo con las circunstancias. Combato a mi capricho a mis enemigos sin comprometer jamás mi propio poder, pues, luego de haber hecho hablar a esos periódicos, puedo infligirles, de ser necesario, el repudio más violento... Hoy en día, utilizar a la prensa, utilizarla en todas sus formas, es ley para cualquier poder que pretenda subsistir.





Montesquieu: Es sumamente ingenioso: de esta manera, vos siempre tendréis la última palabra, y ello sin recurrir a la violencia.





Maquiavelo: El objeto único invariable de mis confidencias públicas será el bienestar del pueblo. Hable yo, o haga hablar a mis ministros o escritores, el tema de la grandeza del país, de su prosperidad, de la majestad de su misión y su destino nunca quedará agotado; nunca dejaremos de hablar sobre los grandes principios del derecho moderno y de los grandes problemas que preocupen a la humanidad... La presentación de mis principios, ideas y actos se hará bajo una aureola de juventud, con el prestigio del derecho nuevo en posición a la decrepitud y caducidad de las viejas instituciones.





Montesquieu: ¡Que extrañas concepciones!... Pero, a menos que haya una ceguera sin nombre, se os reprochará...





Maquiavelo: No tengo la pretensión de escapar a las críticas; poco me importan, siempre que las oiga tendré por principio, en todas las cosas, la irrevocabilidad de mis decisiones, no obstante las habladurías. Un príncipe que actúa de esta manera está siempre seguro de imponer el respeto de su voluntad.





Montesquieu: Es difícil que, en un sistema semejante, los ciudadanos vivan sin abrigar resentimientos contra el gobierno.





Hasta aquí el texto. Se puede consultar en internet el libro completo.





Joly descubrió mucho tiempo antes que Göebbels, el propagandista de Hitler, que "La mayor mentira repetida cien veces se convierte en una gran verdad".





Esa es la estrategia de Moreno Valle para recuperar su imagen luego de la debacle donde se ha empantanado.





Ni Maldonado, ni Carrancá, ni García Almaguer han descubierto el hilo negro ni inventado el agua tibia.





El problema es que los pueblos no tienen memoria, pero algunos periodistas si.








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