Entre el cinismo y el descaro

Por Soleares
Jesús Manuel Hernández

Al hombre que sabía el precio de todo y el valor de nada, Oscar Wilde le definía como "cínico". La frase bien puede aplicarse a varios mandos políticos del país.

Qué se puede pensar de un presidente que en una reunión de evasores de impuestos elegantemente disfrazados de filántropos, pondera los Derechos Humanos como la piedra angular del orden constitucional del país y a su derecha sienta al gobernador que ha sido calificado por redes sociales del mundo como #ElGoberBala.

Mientras Peña Nieto era aplaudido por su convicción de impulsar a la sociedad civil, en las calles de la ciudad marchaban quienes buscan la liberación de los presos políticos que encabezaron el derecho de la sociedad civil a defender sus tierras, su patrimonio, su religión, su tradición, su manera de vivir.

Cada vez es más aceptado el comentario de que Moreno Valle y Peña Nieto usan el traje confeccionado por la misma sastrería, están hechos de la misma madera, coinciden en un alto porcentaje en el proceder, en la forma de gestionar el poder y con quién compartirlo.

Mientras peña Nieto hablaba de que "la sociedad civil organizada es fundamental para fomentar la cultura de los derechos humanos, diseñar políticas públicas y consolidar la democracia mexicana", en la Eurocámara la diputada Teresa Jiménez-Becerril, presidenta de la delegación para las relaciones entre la Unión Europea y México pronunciaba un exhorto a sus colegas: "A quien no le preocupasen los últimos acontecimientos en México, no tendría alma, ni corazón, ni sentimientos", dijo en el pleno.

Al mismo tiempo, Javier Sicilia entrevistado por la cadena de noticias de la DW aceptaba que México está al borde de un estallido social luego de la pregunta de Eva Usi sobre si lo que pasa en México es lo más parecido a la guerra sucia en Chile y Argentina.

Y es que mientras los gobernadores colaboracionistas del régimen de Peña Nieto sigan siendo impunes, pese a las pruebas públicas de su autoritarismo y represión, el presidencialismo está acotado por el descaro y el cinismo.

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