Kits de Paella, Fabadas en lata y cerveza con agua del Mediterráneo




El Rincón de Zalacaín

Jesús Manuel Hernández


Madrid, España.- El aventurero observaba en el aparador del negocio alimentario el llamado "kit" de la paella española, incluía recetario y recomendaciones para hacer una verdadera Paella Valenciana.





Ciertamente el kit parecía reunir los ingredientes necesarios, salvo los toques del sazón, por supuesto; así se integraba en una sola compra para llevar la "paella", sartén al fin y al cabo, el arroz y sus complementos a fin de obtener en el extranjero un plato casi considerado nacional en la península Ibérica.





Y se quedó pensando, reflexionando sobre la cantidad de platillos poblanos y mexicanos con esta opción para conquistar el mercado globalizado de la alimentación.






¿Acaso podría imaginar el aventurero un kit para llevar a cualquier parte las Cemitas, los Chilaquiles, los Tamales, el Manchamanteles, el Mole Poblano, el Pipián, el Guatzmole de Caderas, y quién sabe cuántos tesoros de la gastronomía nacional?





La industrialización en el mundo se viene imponiendo en el Occidente, mientras en el Oriente, recordó la Cocina Templaria de Buda y la de China con Da Dong a la cabeza, cuyos protagonistas vienen poniendo en valor la cantidad de tradiciones y platillos con trascendencia a las fronteras.





La popularización de las grandes cocinas por tanto no es precisamente el objetivo de sus creadores, más conservar la tradición y los ingredientes del mercado.





¿Cuáles han sido, se preguntaba el aventurero, los factores dominantes en este cambio de preferencia de parte de los comensales?





Sin duda la creación y el fomento de conservar el paladar en Occidente, es el punto clave. La llegada de la comida chatarra, la llamada "Fast Food" ha sido un poderoso factor, bajo la presión económica, y el punto débil para conservar el apego a las tradiciones de la comida sana, masticable, saludable, sostenible, generadora de identidad.





Un poco para defenderse las tendencias gastronómicos tradicionales han iniciado con éxito la industrialización y genera nuevos seguidores en el mundo, por tanto penetración de identidad, contagio de costumbres y quién sabe, si hasta tendencias gastronómicas en los países más alejados de las costas de Valencia donde la Paella es tan popular, no en balde considerado plato nacional.





Hacía algún tiempo el aventurero se había topado en alguna feria de alimentación con productos antes inimaginables.





¿Acaso podría beberse un Gazpacho Andaluz en cualquier temporada del año? ¿O unas Patatas en "Las Bravas", Callejón de Álvarez Gato número 3, con la auténtica salsa patentada por el establecimiento madrileño desde 1950? Y cómo imaginar, se preguntaba Zalacaín, calentar una fabada enfrascada en Asturias con todos los ingredientes tradicionales. Pues sí, todo ello era posible, los envases de cartón con Gazpacho, de sabor insuperable; Las patatas bravas con caducidad de un año para ser consumidas cuando se desee y en el país donde se viaje, las fabadas con el mejor compango, Fabes grandes, en diversas presentaciones y precios, lo mismo en lata o en frasco, inundan hoy día los supermercados del mundo y las tiendas de los aeropuertos españoles.





Sin duda la imaginación para preservar los alimentos no tiene freno, desde la invención de los frascos y las latas para y transportar comida a los frentes de guerra, el mundo de la gastronomía tecnificada ha avanzado mucho.










Zalacaín seguía observando en el aparador el kit de la Paella, el establecimiento ofrecía dos presentaciones, una sencilla para cocinar en casa, de la marca Carmencita; en 17 minutos, según el texto del forro del kit sería posible preparar una paella para las personas sin experiencia. Además del sartén, había 340 gramos de arroz valenciano, 30 mililitros de aceite de oliva virgen extra, y un sobre con especias, extracto de pescado, marisco y azafrán.





Por lo visto la gente las adquiría, especialmente los de habla inglesa pues el paquete venía en español e inglés.





Otro paquete era aún más atractivo, se presentaba como Kit Barbacoa para preparar al aire libre en tan sólo 21 minutos y aportaba un conjunto digno del mejor "boy socut": Una paella de 32 centímetros de diámetro, un bote con caldo de pollo y verduras, arroz albufera, trozos de madera de naranjo y carbón, una caja con cerillos, cuchillo y tenedor, servilletas y un trípode para colocar la Paella a la distancia conveniente del fuego. ¿Podría pedirse más? ¡Sólo faltaba la acompañante para tal festín!





El aventurero entró a la tienda a un costado de la Plaza Mayor, era su costumbre pasar por ahí a ver o a comprar sobre todo las lentejas Verdinas, Belugas o Pardinas, todas ellas tenía un común denominador eran muy pequeñas, la primera más verde y todas fáciles de cocer. Los garbanzos no se quedaban atrás, si bien los mexicanos tienen alta demanda en España, los de Sauco, Zamora, son especialmente socorridos y su precio más alto, lo mismo los pequeños conocidos como Pedrosillanos, de Pedrosillo el Ralo en Salamanca.





Zalacaín se dirigió al espacio donde estaban las Paellas y ¡Oh sorpresa! también había Arroz a Banda, Fideua Negra o de Azafrán y una cantidad de productos listos para preparar.





La dependienta se acercó al aventurero, le conocía, sabía de su afición a las lentejas y garbanzos y preguntó ¿las lentejitas y garbanzos, verdad, cuánto le pongo hoy? Zalacaín ordenó un cuarto de kilo de cada una y le preguntó sobre la demanda de los kits de las paellas, y la chica dijo, "bueno, eso es lo que se lleva hoy, los turistas las compran, han tenido éxito en las tiendas de los aeropuertos".





Vaya por Dios le dijo el aventurero ¿cuánto nos faltará por ver? Y ella le sorprendió con otro producto jamás imaginado ¿Ha probado la cerveza con agua de mar? Nunca dijo Zalacaín





Pues aquí la tiene "Er Boquerón", con agua del Mediterráneo elaborada bajo la Ley de Pureza Alemana de 1516. ¡Uff pensó el aventurero, antes de la fundación de Puebla de los Ángeles!





Llevó algunas para probar, antes se documentó sobre la cerveza hecha con agua de mar sin filtrar, sin pasteurizar; y la sorpresa fue agradable, se trata de una cerveza diferente, turbia, dulzona donde resaltan sabores minerales y por supuesto el yodo. Aceptable pensó el aventurero, pero seguiría prefiriendo la Guinness recién tirada de La Ardosa.











elrincondezalacain@gmail.com


Video en canal de Youtube El Rincón de Zalacaín


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