Signos negativos




La fracasada operación del gobierno mexicano contra el Cartel Jalisco Nueva Generación, considerado por los expertos como el más poderoso, dueño de la operación de distribución de drogas en Estados Unidos y Europa, sólo sirvió para demostrar qué parte de los contendientes está mejor organizado para enfrentar al enemigo.





El bloqueo de carreteras, la destrucción de vehículos, incendios en gasolinerías y bancos, constituyeron un jaque al rey en el ajedrez de la geopolítica mexicana dominada por el narcotráfico.






Aunque los hechos no constituyen un asunto en el marco del proceso electoral, es obvio su impacto. La inseguridad, la guerra callejera por territorios donde se produce, comercia y circula y consume la droga mexicana, también son un caldo de cultivo en temas electorales.





Los partidos no tienen respuesta al caos; los candidatos no tienen la seguridad a su desempeño. Una muestra clara fue el asesinato del candidato del PRI-Verde a alcalde Chilapa a unas horas del enfrentamiento en Guadalajara.





Incendios en Guerrero, asaltos a oficinas públicas, vandalismo, en Oaxaca, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, Morelos, son otros focos rojos que suman al escenario nacional.









Días antes grupos radicales presentaron ya serias amenazas por impedir las votaciones en Tabasco, se hacen simulacros de ataques a las urnas; casos similares se observan en Guerrero y Michoacán y un poco menos en Morelos.





Un ambiente contrario a la tranquilidad electoral traería en consecuencia la descalificación del proceso, la violencia, que desencadenarían en consecuencia la protesta popular y con ello ¿acaso la amenaza de una revuelta popular ante la falta de legitimidad?





Ojalá quede sólo en pregunta.











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