La mano dura en Puebla




Un perredista, de la mano de un ex priísta, ex Convergencia y neo perredista, llegó a la titularidad de la Seguridad Pública en Puebla, cargo ostentado hasta el escándalo de los "chupa gasolina" por Facundo Rosas, otro personaje siniestro cercano al gobernador.





Jesús Rodríguez Almeida llega al gabinete de Moreno Valle, de extracción panista, como una de las negociaciones de Luis Maldonado Venegas con el perredismo cercano a Miguel Ángel Mancera y con algunos miembros de la logia que les une.





Quien pensara que Maldonado no regresaría a Puebla, debe reflexionar sobre el incremento de su influencia en las posiciones claves del gabinete, asunto que Eukid Castañón, no debe haberle caído nada bien.





CNN le dedicó algunas líneas al personaje ahora vecino de los poblanos: " Rodríguez Almeida fue titular de la policía del DF desde el inicio del mandato de Miguel Ángel Mancera, en diciembre de 2012, hasta finales de 2014. Renunció al cargo en medio de críticas por la actuación de sus agentes frente a manifestantes que participaban en protestas por el caso Ayotzinapa".





Ante su designación varias organizaciones defensoras de derechos humanos y perseguidos políticos han manifestado su preocupación por que prevén el endurecimiento de la policía contra todo aquello que no le guste al Gobernador de Puebla.





Pero Rafael Moreno Valle, ni los ve, ni los oye.





Y ante el "toro pasado" uno se pregunta:





¿Habrá evaluado el gobernador los efectos colaterales de traer a Puebla a un perredista que tuvo que abandonar el cargo por las reacciones respecto a su trabajo por el trato a manifestantes en el Distrito Federal?





¿Se habrá puesto a pensar el gobernador que los poblanos no acaban de digerir la Ley Bala y sus efectos en Chalchihuapan con Facundo Rosas y ahora viene "más con lo mismo"?





Simpatizantes o no del gobernador le reconocen inteligencia, y si la decisión no fue sobre las rodillas se abren líneas de especulación sobre el por qué de la llegada de Rodríguez Almeida.





¿Fue impuesto por los verdaderos ejes del poder policíaco en México?





¿Es parte de los acuerdos de acercamiento con Miguel Ángel Mancera ante las piedras en el camino por conciliar una alianza PAN-PRD para 2018?





¿Quiere Moreno Valle dejar sentado que la mano dura necesaria en México él es capaz de sostenerla en el futuro?





¿A qué le juega Moreno Valle al despreciar los comentarios y denuncias de las organizaciones de Derechos Humanos en México?





Puede que la respuesta esté en la suma de todas las preguntas.





Y puede también que Moreno Valle en esta etapa final de su ejercicio del poder en Puebla, haya tomado una decisión derivada de la ansiedad con la que vislumbra el 2018 y sus prolegómenos y por ello haya descuidado un tema central: su propia sucesión.





La mano dura le dará imagen nacional, pero sus candidatos tendrán que pagar un alto costo electoral.





O por lo menos así me lo parece.













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