Plazas ¿públicas?


Cuando era presidente municipal de Puebla Rafael Artasánchez, existía en los portales del zócalo una buena cantidad de expendios llamados "alacenas", don Rafael retiró esos pegotes, adosados a los muros incluso del Palacio Municipal.




Años después, ante el crecimiento del ambulantaje, controlado por grupos políticos que usaban o siguen usando, mejor dicho, la venta y administración de espacios para actividades incluso subversivas, Jorge Murad tomó la decisión de limpiar el centro de la ciudad de vendedores informales e incluso vaciar el mercado La Victoria, foco de influencia de estas actividades.



Las siguientes administraciones han hecho más o menos lo mismo, pero en términos generales han mantenido el orden, a veces incontrolado, por motivos políticos.



Pero en las últimas dos administraciones, ha crecido desproporcionadamente la ocupación de las plazas públicas para colocar atracciones infantiles, casetas de mercadillos, clases de aeróbicas patrocinadas por empresas que venden milagros para bajar el peso y hasta comida de mascotas.



La primera intención de ocupar las plazas públicas fue política, distractora, pretendía esa medida evitar que los espacios públicos fueran ocupados por movimientos políticos, corridos de la BUAP, despedidos de gobierno, manifestaciones de la izquierda, huelgas de hambre, etcétera.



Ocupar las plazas públicas con motivos "culturales" o de convivencia social, fue entonces parte de una estrategia que le permitió al Ayuntamiento no enfrentar los "plantones".



Pero de un tiempo a la fecha las plazas públicas están totalmente invadidas y comercializadas para mercados de fayuca y mercancía pirata, remedos de manualidades, librerías, masajes, artículos de belleza de contrabando, gafas de sol imitación de marcas de prestigio, comida, artesanía de Guatemala, Chiapas, Oaxaca y a veces de Puebla.



El mejor ejemplo ha sido Analco, cuyos jardines llevan décadas ocupados los fines de semana por vendedores que pagan al Ayuntamiento una cuota semanal y existen grupos controlados por líderes que son pactados por las administraciones según el interés de cada partido.



El ex jardín de El Carmen, convertido en patio durante la administración de Blanca Alcalá es el mejor ejemplo de cómo se ha desplazado a los tradicionales vendedores de antojitos poblanos y "ferieros" por espacios para beneficiar a los promotores de comida y artesanía oaxaqueñas, expendios de libros y cuentos infantiles y dijes o textiles traídos de la India o China. Toda una práctica tolerada de la evasión de impuestos.



Lo mismo pasa en la 3 Oriente a un costado de el Carolino.







De unas semanas a la fecha la explanada del Carolino y la iglesia de la Compañía también ha sido ocupada por carpas que tienen como inquilinos a giros similares a todos los demás. ¿Quién los promueve, quién los controla, quién sale beneficiado?



El tema viene a cuentas por la polémica decisión asumida por la administración municipal de convertir la Plaza de Armas de Puebla, llamado Zócalo, por la elevación de la plataforma por encima del pavimento, sede del Asta Bandera, escenario de las ceremonias cívicas de la ciudad, sitio de honra a los héroes y espacio sociocultural de peatones que se ha convertido en una Playa Urbana, mimetismo de la administración de López Obrador en el DF.



Por donde se le quiera ver, las actividades culturales no estarían reñidas del uso adecuado de las plazas públicas, pero la comercialización de estos espacios deja muchas dudas.



No puede justificarse bajo la premisa del "progreso" la privatización de las áreas públicas, de las plazas cívicas o de los jardines emblemáticos de la ciudad.



O por lo menos así me lo parece.







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