#ElRincónDeZalacaín: El sabor del Nuevo Mundo

Publicado en Los Periodistas
“Estás como agua para chocolate”
Anónimo

Madrid, España.- El comentarista gastronómico de la radio daba cuenta esa mañana sobre los últimos descubrimientos en torno al chocolate amargo, ese donde el azúcar o las grasas vegetales y añadidos no existen. Las tabletas de más de 78 por ciento de cacao habían sido usadas para un experimento en la Universidad de L’Aquila en Italia y la conclusión vino a demostrar un nuevo aporte benéfico de su consumo sobre todo entre las personas mayores a quien les reduce notablemente la presión arterial.

La noticia le había interesado al aventurero Zalacaín, enamorado siempre del consumo de chocolates amargos; algún amigo ya mayor le había confesado su pasión por el llamado “sabor del Nuevo Mundo” desde muy pequeño cuando su madre le escondía las “chocolatinas” para no distraer su alimentación, el pequeño descubrió rápidamente su escondite y desarrolló una habilidad para desenvolverlas y meter una bolita de papel en lugar del chocolate, hacía la envoltura nuevamente y así, su madre cuando revisaba el contenido de la lata de chocolatinas veía siempre la misma cantidad.

El comentarista leía la noticia: “Claudio Ferri, del Centro de Hipertensión Arterial y Prevención Cardiovascular de la Universidad de L'Aquila (Italia), investigó a un grupo de pacientes hipertensos, que consumieron durante 15 días 100 gramos de chocolate negro, equivalentes a una chocolatina, durante este estudio ninguno de los pacientes estaba tomando antihipertensivos, ni fumaba, ni padecía diabetes u otra enfermedad.

“En este estudio la Universidad encontró que los pacientes lograban disminuir la presión sistólica en 12 mmHg y la presión diastólica en 8.5 en promedio. Igualmente se lograba disminuir el colesterol LDL que es el causante de las enfermedades cardiovasculares y se lograba mejorar la resistencia a la insulina; es decir la insulina natural funcionó mejor logrando un control más adecuado de manera natural en los pacientes diabéticos, o retrasando la aparición de diabetes, obesidad o hipertensión en los pacientes sanos”.

El doctor Ferri citaba como ejemplo para reforzar sus investigaciones las observaciones hechas por el médico Norman Hollenberg entre miembros de la tribu de los Indios Kuna en Panamá, quienes pese a tener una dieta rica en sal no sufrían de presión arterial mientras vivían en su hábitat natural, pero cuando se mudaban a las ciudades, siguiendo la misma dieta, entonces padecían de presión alta, todo se debía a la ausencia de consumo de los “flavonoides” del cacao causantes de anti oxidación.

La noticia daba cuenta también de las investigaciones de Valentina Socci y Michele Ferrara de la misma universidad quienes demostraron cómo el consumo de chocolate oscuro generaba mejoras en el rendimiento de la memoria y las habilidades físicas en el trabajo; en el caso de las mujeres el cacao dado después de una noche de privación total del sueño contrarrestó el deterioro cognitivo, quienes no lo consumieron presentaron menos precisión en el desempeño de sus tareas.

En el caso de personas de edad avanzada el consumo de chocolate derivó en aumento del desempeño cognitivo, mayor velocidad en el procesamiento intelectual y la memoria, incluso la fluidez verbal.

Sin duda maravillosas noticias, pensaba el aventurero mientras caminaba rumo al parque del Retiro para dar su acostumbrado paseo matutino.

Quién fuera a creerlo cuando hace siglos el chocolate fue incluso perseguido como parte de las leyendas negras en su contra, emanadas ciertamente del desconocimiento y el mal gusto, como el de un médico inglés citado por Alain Ducasse en uno de sus libros al hablar del chocolate, decía el inglés del consumo de cacao a finales del siglo XVII: “es un aperitivo peligroso, un alimento grosero, que sólo es bueno para los estómagos de los indios”.

Ducasse, uno de los más célebres chefs del mundo corrigió 300 años después al inglés con una frase “la felicidad puede saborearse en un pequeño bocado de chocolate”.

Originario de la región Maya en los territorios donde hoy hacen frontera México y Guatemala, el cacao crecía espontáneamente 4000 a.C., los mayas lograron cultivarlo, mascaban los granos de cacao o los usaban como moneda. Después los aztecas siguieron su cultivo y lo consumían en una bebida espumosa, lo daban a los sacerdotes, los jerarcas y soldados como alimento para generar fuerza. Hernán Cortés fue recibido por Moctezuma a su llegada a la Gran Tenochtitlan con un recipiente de “xocolatl”, de donde los conquistadores tomaron el nombre.

El chocolate fue asociado al aumento de la concupiscencia y por tanto prohibido en los conventos donde se castigaba a quien lo consumiera con tres días a pan y agua.

Pero el Papa Pío V, lo apreciaba mucho y permitía su consumo disuelto en agua sin violar el ayuno antes de la eucaristía.

Zalacaín continuó su paseo, delante de él caminaba una mujer rondando los 40 años, con una silueta cercana a la perfección, el cabello rizado, negro, se movía al ritmo de sus caderas, sus pies daban pasos rápidos, sin duda llevaba prisa, y el aventurero no pudo menos que decir “estás como agua para chocolate”.





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