Periodico de Tabasco cuenta historia de artesano originario de Chigmecatitlán

Originario de Santa María Chigmecatitlán, un pueblo artesano del estado de Puebla, llegó con su familia a Tabasco en 1972. (Foto: Javier Chávez/El Heraldo de Tabasco)
Raquel May Olán
  • Hace maravillas con la rafia
Villahermosa, Tabasco.- La rafia es un hilo de fibra sintética o natural obtenido por extrusión de poliolefinas y usada ampliamente en numerosas aplicaciones durables como soporte ideal para bolsas de un solo uso y fundas; sin embargo, para el señor Pablo Suárez Cortesano es la materia prima que da pie a la creación de asombrosas artesanías, las cuales comercializa para ganarse la vida.

Originario de Santa María Chigmecatitlán, un pueblo artesano del estado de Puebla, llegó con su familia a Tabasco en 1972, hace 46 años; sin embargo, en ese entonces no ponía en práctica la elaboración de estas artesanías, por lo que se empleó en la venta de dulces al exterior de la Federal 2.

“Empecé a trabajar en 1972, cuando se fundó la escuela Federal 2 comencé a vender dulces ahí, había venta anteriormente porque dulce no había en Tabasco, no había variedad en las dulcerías e iba hasta México o a Córdoba a comprar dulces”, indicó.

La elaboración de artesanías la aprendió de su familia a la edad de ocho años, pues no le gustó nunca la escuela, mas sí el trabajo en el campo.

“No me gustó el estudio y me dedique al campo y me puse a trabajar en esto, toda mi familia sabe de esto, se da mucho en el pueblo de Santa María Chigmecatitlán de donde somos mi esposa y yo”, acotó.

Padre de 12 hijos, 10 tabasqueños y dos poblanos, don Pablo relató a este medio de comunicación que llegó a tierras tabasqueñas para salvar a uno de sus hijos al que le dio Tos Ferina cuando radicaban en Orizaba Veracruz, y debían cambiarse a un estado con clima diferente para que pudiera sanar.

“Un hijo se nos murió en Orizaba y de ahí vino otro pero le dio tos ferina y bronquitis, anduve con doctores especialistas y no pudieron hacer nada y nos obligaron a buscar otro lugar con otro clima, y fue cuando nos lanzamos para acá porque aquí ya radicaba mi suegro”, acotó.

A sus 77 años de edad sus hijos le pidieron que dejara de vender dulces, aunque para poder aportar algo a su casa se está dedicando a dichas artesanías que vende en el Primer Cuadro de Villahermosa, las cuales tarda en elaborar hasta cuatro horas por pieza.

Su especialidad “dijo” son las miniaturas, unas figuras curiosas que muchas veces son del tamaño de la yema de un dedo.

“Hace dos años dejé de trabajar en la venta de dulces, fui dulcero muchos años y comencé de nuevo a trabajar en esto porque mis hijos no quieren que siga trabajando vendiendo dulces, entonces me fui a la casa y comencé de nuevo esto para no ser carga de mis hijos”, acotó.

Actualmente, vive con su esposa en la calle Aquiles Calderón Marchena en Gaviotas Norte, ahí tienen una tienda de abarrotes con las que se mantienen, no obstante, lejos de ser un trabajo la elaboración de estas piezas es un pasatiempo para don Pablo, lo expresó así mientras contaba con emoción como las va ensamblando.



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