El planeta de los simios

Por: © Adolfo Flores Fragoso

¿Somos los humanos violentos por naturaleza (Hobbes), o humanos pacíficos a quienes la civilización corrompe (Rousseau)?

Es probable que ambas tesis deban considerarse.

El instinto animal agresivo lo ejercemos en defensa de nuestro espacio, de nuestro territorio. 

Igual en El Paso, Texas, que en Tepexco y Cohuecan, Puebla.

Hay que destacar que en Tepexco murió un civil inocente por una bala perdida. 

Una bala perdida procedente de alguno de los casi 300 habitantes que perseguían a los presuntos secuestradores. 

Una bala perdida de alguna de las armas que portaba no uno, sino varios pobladores de Tepexco. 

¿Armas con permiso de aportación?

Pero también al ser humano pacífico lo podemos corromper.

En el caso Texas, ha quedado comprobado lo tóxicos que son para los estadounidenses tanto la cadena Fox News como Donald Trump.

En el caso de los linchamientos en Puebla, es la frágil conciencia manipulable igual por un paranoico anónimo, un infiltrado gubernamental o de un cártel dolido (que para el caso es lo mismo), y la convocatoria pública amarillista de los medios de comunicación de acabar, de eliminar, y de (subliminalmente hablando) aniquilar, matar a los malos.

El fondo es el hartazgo social. Sea manipulado (Estados Unidos) o consecuentemente inducido (México).

Así la realidad.

Así las cosas.



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