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Este Jueves Santo, la comunidad poblana vivió una jornada profundamente espiritual encabezada por Mons. Víctor Sánchez Espinosa, Arzobispo de Puebla, junto con sus Obispos Auxiliares.
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Al mediodía, se llevó a cabo el tradicional lavatorio de los pies, un gesto lleno de simbolismo que recuerda el servicio y la humildad que Jesús enseñó a sus apóstoles.
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Este año, los apóstoles fueron representados por doce ancianos del Asilo Particular de Caridad Santa Inés, un hogar atendido por las Religiosas Siervas del Sagrado Corazón de Jesús y de los Pobres, resaltando la presencia de Cristo en los más vulnerables.
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Por la noche, la Misa de la Cena del Señor, presidida por Mons. Francisco Javier Martínez Castillo, Obispo Auxiliar de Puebla, reunió a la comunidad para conmemorar la Última Cena.
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En este acto solemne, la Iglesia celebró la institución de tres dones esenciales para la salvación:
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La Eucaristía, como alimento espiritual que fortalece nuestra unión con Cristo.
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El sacerdocio, mediante el cual se consagra a hermanos para guiar y servir al pueblo de Dios.
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El mandamiento del amor, que invita a amar como Jesús nos ha amado.
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Este Jueves Santo no solo evocó la historia de la fe, sino que también inspiró a los fieles a vivir el amor y el servicio en sus propias vidas, siguiendo el ejemplo de Cristo.